La crisis profesional, personal o familiar tienen un mismo centro: Tú. Sea cual sea el aspecto de nuestras vidas que esté en caos, el efecto dominó se encargará de que todo lo demás también se venga abajo.
Soy experta en crisis de todo tipo, y he logrado superarlas tomando decisiones apresuradas, cometiendo errores monumentales y no confiando en mi misma. ¿Lo encuentras contradictorio? Pues sucede que aprendí que para salir del hoyo debía caer aún más bajo, porque allí casualmente, también es donde empieza la construcción de nuestra estructura.
Un despido, trabajar en lo que no te gusta, un cambio de gerencia, la economía mundial desplomándose... Son algunas de las formas más románticas de iniciar una crisis profesional. Y digo románicas porque estas formas proponen, y ya depende de nosotros cómo disponer.
A través de mi historia personal de meter mucho la pata y creer que podía arreglarlo todo, pude agrupar en tres etapas o pasos una vía casi victoriosa para salir de la crisis. Casi, porque las crisis siempre regresan, distintas pero regresan.
Paso 1: Formar una actitud más zen y menos cien.
Qué hacer en esta etapa:
«Mantén una actitud 100% positiva». Es tal vez el peor consejo que puedas seguir para superar una crisis. Cámbialo por «mantén tu acción 100% constante».
La búsqueda de objetividad es aliada así que investiga el origen y la naturaleza de la crisis. Escucha la opinión de expertos que quieran informar, no conspirar.
Dedica un poco más de tu tiempo para alimentar a tu cerebro con actividades que le den bienestar: meditación, actividad física, paseos por zonas verdes, lecturas ligeras, un café con amigos para hablar de cualquier cosa menos de tu bendita crisis. Todo esto proporciona orden a tu caos mental.
Redefine tu productividad. La creencia es que si trabajas más horas la crisis te golpeará menos, pero no puedes controlar las variables externas o macroeconómicas con mayor carga de trabajo, no lo intentes, no eres David.
Dedica tus esfuerzos a actualizarte y especializarte —aun más— en tus talentos más sobresalientes, esos que más disfrutas, y abre un espacio para desarrollar también tus habilidades blandas. Cuando tu crisis mengüe serán necesarios para la reconstrucción.
La fortaleza mental no se forma viendo las cosas malas en un escenario de flores y mariposas, sino entendiendo el funcionamiento de las mismas en su escenario real. Esa es la nutrición que tu actitud necesita.
Paso 2: La promiscuidad de oportunidades
Ahora que tienes tu actitud mental objetiva en formación, continúa con lo siguiente:
Si el barco se está hundiendo, salta antes de que tu capitán te eche por la borda. Existe una gran diferencia entre irse y que te despidan: El riesgo. A futuro, esta decisión es un portal hacia oportunidades de mayor estándar.
No saltes sin tener un plan B. Considera cambiar de barco, y aunque el sueldo sea inferior, es mejor garantizar la continuidad de tu carrera que lamerse las heridas viendo desde tu sofá cómo el finiquito del despido va disminuyendo en tu cuenta bancaria.
¿Tienes algo que enseñar? En tiempos de crisis las personas buscan aprender otras cosas para reinventarse. Piensa en juntarte con colegas con experiencia para ofrecer un curso, seminario, taller o tarde de té para transferir conocimiento... Y cobrar.
Activa tu red de contactos, permite que tu nombre e historia le sea familiar a personas clave de tu entorno. Si la extroversión no es tu fuerte, intenta las comunicaciones escritas o contenido en redes sociales profesionales. Recuerda: si no exhibes, no vendes.
Ofrecer muestras gratuitas de tu talento es un anzuelo interesante. Si has ido a cien entrevistas y no te han llamado de ninguna, cambia tu enfoque de marketing personal. Por ejemplo: Ofrece reestructurar (teóricamente) algún procedimiento de la empresa para dar solución a alguna problemática real o ficticia. Con esto abres dos frentes: una vinculación en nómina o una futura consultoría.
Se multiplican las oportunidades intentando entrar también por las ventanas, y dejando de llamar solo a las puertas.
Paso 3: Bolsillo y recursividad
Con fortaleza mental en construcción y un abanico de oportunidades en expansión, hablemos de la eficiencia de tus recursos:
Cuida de tus recursos financieros, pon en marcha medidas de austeridad y si no estás ahorrando vigila cada gasto con lupa. Hazte la siguiente pregunta: ¿Este gasto que voy a hacer representa bienestar para hoy y seguridad para mañana?
Reduce, reutiliza y recicla las actividades de ocio y tu consumo de accesorios. Asegura lo vital: vivienda, alimentación, salud y educación. Fuera de esto, no hay nada más urgente.
Elije invertir en entrenamientos profesionales de valor accesible o gratuitos y busca alternativas de entretenerte sin gastar... Como conectar emocionalmente con los tuyos, por ejemplo.
Realiza sesiones de lluvia de ideas con familiares y amigos para activar la creatividad. Ya sea que se materialice o no, dibujar un plano de un posible proyecto o negocio que incluya el conocimiento común es una manera de hacer inventario de experiencias, para definir cuáles te hacen falta, qué paradigmas debes eliminar y así darle a tu potencial una oportunidad de liberarse.
La eficiencia de tus recursos es tu creatividad actuando en tiempos difíciles.
Ya has visto que no es la fórmula mágica para acariciar el éxito, ni mucho menos una guia de supervivencia. Con este artículo pretendo que te hagas responsable de tu historia con crisis o sin ella, pero sobre todo, pretendo que insistas, persistas y nunca desistas, porque no todo estará bien al final de una crisis, pero tú sí.
Gracias por leer y hasta la próxima vaina.
Sandra.
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