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Sin despido no hay paraíso

Si alguna vez te han despedido del trabajo y has encontrado la senda hacia el crecimiento, sabrás a qué me refiero. Si te han despedido y se te acumulan las cuentas por pagar, no encuentras puertas abiertas y la desesperación es tu aura, por favor continua leyendo, no porque vaya a mejorar tu situación, pero a lo mejor sí tu percepción.

He sido despedida dos veces. En ambas experiencias la sensación fue la misma: me sentía en otra dimensión, como si fuese la espectadora de la tragedia de otra persona, un duelo con sus etapas previas de negación y rabia. De las pocas veces que el miedo ha puesto mi vida en pausa. ¿El motivo de mis despidos? Un proyecto que no prosperó y diferencias irreconciliables. Seguido de días oscuros y preguntándole a gritos al universo corporativo «¿por qué a mí si soy tan buena persona?», tuve la grandísima fortuna de contar con amigos y no amigos que me instruyeron en el arte de tomar aquella tragedia como el cierre de un ciclo y el comienzo de otro muchísimo mejor. Si ya lo has vivido una vez deberías estar entrenado para la segunda, se preguntará alguno, pero lo cierto es que no, por lo menos en mi caso.

Los días posteriores al despido se hacen muy largos, porque al parecer la incertidumbre y el miedo son pacientes en tu impaciencia por una razón: esperan sin prisas a que entres en etapa de aceptación para que reflexiones sobre lo que ha sucedido (pros y contras), cierres el capítulo y empieces a escribir uno nuevo. Debes saber que la incertidumbre y el miedo no se irán hasta que hagas este trabajo.

Como he mencionado, darle la vuelta a la tragedia es un arte, y como todo arte empiezas por trazar muchos bosquejos hasta llegar a la gran obra. Lo importante aquí es que el lienzo (tu perspectiva) esté libre de cualquier mancha (resentimiento) para que la visualización de lo que quieras garabatear (futuro) sea lo que merezcas.

«¡Habla ya lo del paraíso y deja de filosofar!» Okey, okey... Paciencia. Vamos allá:

Paciencia. Aunque me gusta más el término tolerancia, que se ajusta a la habilidad de aguantar con astucia. Para iniciar ruta hacia el paraíso de la cima profesional después de un despido, se hace necesario entender que no es a nuestro ritmo, que suele ser con afanes, es y será siempre al ritmo del entorno que es más grande que nuestros deseos de volver a la estabilidad.

Tu propia evaluación de KPIs. Para que la espera sea más dulce, mientras envías currículos a diestra y siniestra, conviene ser honesto contigo mismo para evaluar tu perfil y estilo de ejecución en lo laboral (incluyendo todas tus debilidades, todas). Algo que faltó o sobró en tu desempeño llevó a los jefes a tomar la decisión de "dejarte ir" a ti y no a Juan Pérez que lo hacia menos mejor que tú.


Llena el gap. Juan Pérez era un sensei en scrum, y por eso fuiste tú el elegido. Con frecuencia, la comodidad en nuestra estabilidad laboral nos hace olvidar la importancia de seguir estudiado para estar al día en nuestra respectiva industria. Sí, lo sé, que entre el trabajo, la familia, el perro y el gato no hay tiempo para prepararse, solo digo que por cada vacío que no llenes a tiempo, siempre habrá un Juan Pérez. Lo de prioridades y organización del tiempo ya es un tema personal, tu problema.


Cambio de disciplina. Cundo recibes la carta de la tragedia agradeciéndote por los años de servicio o comunicándote que tu contrato no será renovado, es tal vez el universo respondiendo a tus plegarias. Llevas años soñando con dedicarte finalmente a lo tuyo y la oportunidad llega sin avisar, como tiene costumbre, así que sería el momento preciso para dar un giro de timón. Es importante tener en cuenta que tal vez el ingreso en tu cuenta bancaria disminuya considerablemente, es el costo de la oportunidad y del sueño; también es imperativo recordar que los nuevos comienzos son bastante duros, lo que los hace diferentes son la persistencia y la insistencia.

Ocúpate. La ciudad y el país entero tienen ya tu currículo y el teléfono no suena. De nuevo la incertidumbre y el miedo hacen de tu tiempo una tortuga carey sin intención de extinguirse. La mejor manera de hacerlo más llevadero, es manteniéndose ocupado. Si has sobrevivido al Covid-confinamiento donde aprendiste a cocinar pan a la sartén, la técnica del puntillismo y a dominar las tablas dinámicas, no te será difícil encontrar maneras diversas de entretenimiento y aprendizaje. También podrías tomar un curso de scrum, por si ocurren otros Juan Pérez.

Que todos lo sepan. ♫♫ Que lo escuchen en la radio y después de la novela... Y en un letrero bien grande que diga que... ♫♫ ¡Estoy open to work!, disponible, de regreso en el mercado, buscando. Mantener la discreción y el bajo perfil no es de mucha ayuda cuando hay necesidad de continuar. ¡Ojo! No abordes tu exposición al mundo desde el victimismo, porque los reclutadores buscan solucionadores y flores de loto, esas que nacen del fango. A lo mejor, convendría actualizar tu lista de contactos y montarte unas buenas sesiones de networking (doy algunos consejos en mi entrada del 13 de mayo titulada «Networking: el arte de captar y soltar»).

Es la vida, no el paraíso. A pesar del título de esta entrada, es imperativo comprender hasta el tuétano, que evolucionamos a partir de los retos y del dolor, porque una vida con sentido y valor surge de los episodio de sangre y lágrimas para forzarnos a crecer. La metamorfosis es un trauma, y por eso debe doler porque es la única manera que encuentra el poder supremo para obligarnos a trascender (Chopra, si lees esto, estoy open to work para tu empresa). La vaina es que, ser despedido no está en la lista de deseos de nadie, pero una vez que se cuela en ella, no tenemos otra opción que sacarle una pera al olmo y seguir avanzando.

Ya sabemos que es necesaria la preparación para que llegue la oportunidad. Tal vez la oportunidad se tarde en llegar pese a tu excesiva preparación para recibirla, y es menos probable en estos tiempos pospandemia en que las empresas se ven obligadas a los grandes recortes de personal. Pocas opciones ya es una opción y el paraíso es como el cepillo de dientes, personal e intransferible. Que a lo mejor lo que debemos replantear es nuestra percepción de crecimiento profesional y bonanza laboral.

El paraíso no está creado de antemano para nadie ni esperando nuestra llegada. El paraíso está en el día a día y en las pequeñas acciones. El paraíso es un estado mental. Por ejemplo, mi paraíso es el Caribe y está a 7728 km de distancia, así que decido vivirlo a través de la calidez que me da escribir este blog que ha nacido años después de haber sido despedida dos veces.

Gracias por leer y hasta la próxima vaina.

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