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Burnout: Indicios tempranos para evitar incendiarte con tu profesión


Burnout, estrés laboral o síndrome del trabajador quemado. Dícese del agotamiento físico y mental, cambio de comportamiento, cinismo, desmotivación, baja productividad y la famosa excusa existencial "si no hay dolor no hay ganancia", actitudes que se derivan de un desempeño laboral descontrolado que ha perdido su encanto.


Las consecuencias sobre la salud son variadas pero no como para elegir de un menú, lo que te pueda tocar es sorpresa y no de las agradables: insomnio, ansiedad, depresión, problemas estomacales, problemas hormonales, problemas autoinmunes, enfermedades del corazón y degeneración cerebral.


Si padeces algo de esto tendrías que parar en este momento y buscar ayuda. Si aparecen indicios de ello en tus días, detente y reconduce. Si consideras que el estrés laboral no es para tanto, vuelve a leer las consecuencias anteriores.


¿Sabías que la Organización Mundial de la Salud —O.M.S.— ha catalogado el burnout, cómo un síndrome? Es decir, como un conjunto se síntomas sin origen biológico, pero que ocasiona consecuencias tremendas en nuestra salud.


Si la O.M.S. ha destinado recursos para llegar a esa conclusión, es porque la vaina está seriamente jodida. Ahora que sabes que trabajar descontroladamente nos deprime y enferma y que hay alertas en la vía para que desaceleremos, ¿seguirás ignorando las señales?


Con esta entrada quiero entonces identificar algunas señales tempranas para evitar que te incendies con tu profesión.


Monotonía y aburrimiento: La crisis existencial.

La monotonía y el aburrimiento suceden cuando has sacado todo el zumo y la pulpa a tu arte y no se te ocurren formas de restablecer la fuente. Fotocopiar los días capa la creatividad, sin la cual se extingue la acción y sin acción no hay motivación.


Para recuperar la montaña rusa de tus días (más por la diversión que por los altibajos) te recomendaría que incluyas en tu rutina quince minutos para aprender una nueva habilidad, tipo reto, para crear cosas lejos de tu imaginación.


Un reloj de 36 horas: "No tengo tiempo".


"No tengo tiempo" es la excusa comodín en los tiempos modernos. La falsa satisfacción de sentirse útil a través de la hiperproductividad es un agujero negro. Inventarse tareas para expandirlas durante el mayor tiempo posible es un hábito paradójicamente improductivo.


Sin estás a las puertas de la tentación de este estilo de vida, te vendría bien fortalecer tus relaciones interpersonales con tu familia, amigos, colegas y con el que te vende el café por las mañanas. Las relaciones personales son un manantial de sabiduría y sanación.


Posponiendo lo impostergable: Prioridad cero.


No tienes claras tus prioridades, no sabes por dónde ni cómo iniciar tus jornadas, empiezas con las actividades más insulsas y entremezclas tus tareas. Tus acciones no planeadas de multitasking están desplazando lo importante.


Planifica la semana o el mes con suficiente antelación (los viernes o los días 27) para asegurar los recursos que necesitarás, pero el paso más vital para que esta operación funcione es que catalogues tus prioridades, primero lo trascendental y después todo lo demás.


Exceso de comodidad: Estancamiento.


Tus días podrán ser monótonos pero te gusta cómo fluyen porque no tienes que mover un dedo. Creerás que es estabilidad, pero en realidad estás sumergiéndote en el estancamiento. Sí, que la tranquilidad es la meta, pero ésta no va en línea recta.


Haz parte de alguna asociación o grupo relacionado con tu industria (o una nueva). Construye una red de contactos y genera posibilidades para cambiar de empleo o considera despegar aquella idea de negocio que tienes aparcada hace años.


La satisfacción efímera: Malinterpretación del éxito.


Consideras que ya has trabajado más que nadie y que la recompensa no es suficiente. Tienes una idea cerrada y fija del éxito que mereces y no permites que las circunstancias externas la modifiquen. Empiezas a frustrarte.


El éxito profesional que todos buscamos es el dinero y el estatus, y está bien, pero sería hora de diversificar nuestros horizontes para entender que hay otras formas de éxito que dan mayor satisfacción, como servir a otros con menos oportunidades.


Por las razones equivocadas: Tener que...


El trabajo que desempeñas te sirve únicamente para proveer a tu familia o has elegido una profesión para complacer a otros. No eres tu prioridad y en lugar de programar tus días para lograr, lo has hecho en torno a tener que hacer para que otros estén contentos.


Eres la fuente y si la fuente se siente satisfecha no dejará de emanar. Empieza la búsqueda del empleo o proyecto que te gustaría tener y siéntete en disposición de hacer cambios radicales, de moverte y de vivir por las razones correctas. Tus razones.


Ser el #1: La competencia eterna.


Ser el mejor se ha instaurado como una competencia para demostrar valía, lo que implica sacrificar más que los demás, trabajar tiempo extra, dormir menos, alimentarse mal y así tal vez, solo tal vez, ganar. ¿Para qué convertir el crecimiento profesional en una competencia cuando las circunstancias personales son únicas?



Reduce las opciones de competir desde el punto de vista comparativo con otros en tu mismo nivel. Compararse es mal negocio y significa una pérdida de energía que necesitarás para construir tu mejor versión.


Amor tóxico: Excesos que matan.

Tu amor por tu trabajo es tan profundo que haces cualquier cosa para que sea eterno, pero suele terminar en adicción. Desarrollar una adicción al trabajo genera una satisfacción inicialmente placentera pero finalmente dañina.


Mi consejo para evitar este amor tóxico, es que repartas el sentimiento fuera de tu profesión y que te busques un amante que te brinde otros placeres, como experiencias nuevas en familia y con amigos o un hobby, pero sobre todo recuerda que los amores que matan no son recíprocos y si tú estás dando más en esa relación, pues ahí no es.



No voy a mentir diciendo que yo misma detecté los indicios del burnout en mi carrera profesional para evitar quemarme, todo lo contrario, me quemé muchas veces y tengo más cicatrices de hoguera de las que necesito. Ahí dejo mis errores, has algo bueno de ellos...


Por lo anterior quiero advertirte que la experiencia de crecer profesionalmente lo es casi todo, pero sin salud mental y física no significa nada.


Gracias por leer y hasta la próxima vaina.

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