Esta «habilidad» —entre comillas porque los científicos no se ponen de acuerdo en si el cerebro logra desarrollarla como tal— supuso un valor agregado en mi currículo durante mi recorrido por el mundo corporativo, por lo que debo reconocer que ha sido una montaña rusa tan emocionante como aterradora que me dirigió hacia el camino de la eficiencia.
Dice Wikipedia que: «La multitarea (multitasking en inglés) es una aparente capacidad humana para realizar más de una tarea o actividad al mismo tiempo...». Y hasta ahora es una aparente capacidad porque desde su puesta en escena en los años 60, el mundo de la ciencia ha llevado a cabo varios estudios para determinar la respuesta natural y/o óptima del cerebro para adaptarla a su funcionamiento y aún no han obtenido resultados concluyentes.
Por otro lado, el complejo corporativo ya ha decidido que sí es una habilidad valorada en el perfil de candidatos ambiciosos que quieren rellenar su inventario de información al límite para, algún día, llegar a ser considerados como piezas claves en la operación de la empresa. Así me lo vendieron a mí y lo compré con gusto, sin saber que ángeles y demonios por igual me acompañarían en la aventura.
Dando un vistazo en Internet a la oferta laboral actual, en particular aquella en la que listan la multitarea como requisito para aplicar al cargo, me he atrevido a quitar las capas de maquillaje que esconde lo que realmente buscan las empresas, sin desacreditar su buena intención claro está, sino la de ver cómo opera realmente.
Una oferta de trabajo cualquiera en una bolsa de empleo cualquiera:
«Se busca coordinador(a) de área que tenga habilidad de estar calmado(a) bajo presión, multitarea, atento(a) al detalle, eficiente y con fácil adaptabilidad al cambio. Se ofrece oportunidad de crecimiento profesional y ascenso dentro de la empresa».
Sin maquillaje:
«Se busca apagador(a) de incendios, con dos cerebros y seis manos, con capacidad de saltar de un incendio a otro sin quemarse, con la habilidad de llegar al viernes con las pilas recargadas pues tendrá que llevarse trabajo a casa. Se valorará que tenga su propio extintor».
Puede ser una interpretación un poco exagerada, pero tal cual es la caricatura de un multitasker en acción.
Mi intención no es la demeritar el rol multitarea, sería como condenar la habilidad que me dio de comer y me hizo crecer profesionalmente; mi verdadera intención es la de contar lo bonito y lo feo de esta técnica que tiene la magia de llevarte del cielo al infierno en cinco segundos y viceversa.
Lo bonito: La magia blanca que da poder.
Aprendes a administrar tu tiempo, a ser organizado, proactivo y a planear las cosas para que sucedan oportunamente. Te gusta estar siempre ocupado, te da una sensación de productividad y control.
Valoras la inmensidad del conocimiento. Tu inventario de información se convierte en tu tesoro y eres el referente para tu equipo de trabajo y para tus jefes. Sin darte cuenta eres el pregúntamequetodolosé.com.
Te sumerges en temas que nunca hubieses elegido voluntariamente aprender y te llevas la sorpresa de encontrar nuevas pasiones.
La disciplina es tu carta de presentación, todos confían en ti y en tu mínimo margen de error (en realidad no siempre es mínimo).
Tu reacción rápida ante los imprevistos salva el día. Ya sabes qué recursos debes tener siempre disponibles para solventar las coyunturas y seguir adelante con el plan, incluyendo el extintor.
Aprendes a priorizar y a discernir lo urgente de lo importante, pero solo llegas a dominarlo cuando conoces a fondo las necesidades y los objetivos de cada proyecto que tienes entre manos. No es fácil, pero se consigue domar al dragón.
Tu nivel de compromiso contigo mismo y la empresa aumenta, sobre todo si tienes la suerte de ser reconocido y recompensado.
Descubres cuál es el área en la que quisieras especializarte, lo realmente tuyo, y rezas a los dioses para que llegue otro multitasker que haga mejor el trabajo para que no te echen de menos cuando te vayas.
Lo feo: Podría ser una pesadilla pero es tu decisión
Los embotellamientos suelen hacer una visita de vez en cuando. Por mucho que planees y organices, las actividades de los cuatro proyectos que tienes en proceso deciden interceptarse, porque todas son igual de importantes o urgentes.
Por muy bien que lo hagas, a veces querrás salir corriendo para evitar que tu cabeza explote, aquí no hay sentido de pertenencia que prime y tu bienestar físico y mental no será siempre perfecto.
Tu crecimiento profesional es una tortuga aprendiendo a patinar, crees que será constante pero la realidad es que tu naturaleza multi-detalle te retrasa en tu propio camino. Es complicado llegar al paraíso cuando hay tanto entretenimiento en la ruta.
Es difícil estar seguro al 100% de que no se te escapa nada, la presión de los plazos de entrega y otros proyectos a la espera no te ayudan a cumplir cabalmente con tu estándar de calidad. Sabes que vendrán las correcciones y ajustes sobre las cosas más obvias.
Terminas por llevarte el trabajo a casa e invades tu tiempo y espacio personal. Desearías que el día tuviera un par de horas adicionales… ¡Es un deseo malísimo!
Te conviertes en un 24/7, tus compañeros y jefes te llaman en horas fuera del horario de trabajo. ¡Pobre de tu espacio personal!, es que eso de estar siempre disponible es un arma de doble filo.
Decir NO se convierte en un reto, tienes reputación de eficiente y todoterreno. Haces lo posible e imposible por abrir espacios en tu agenda, espacios que no existen.
Tus amigos y tu familia son tu trabajo, tus jefes y compañeros. Ya no sabes dónde terminan los límites del profesional y dónde inician los de la persona que tiene otros sueños fuera de lo laboral.
Pero al final, lo bonito y lo feo tienen en común una cosa: el multitasking los ha reunido para dar vida a un rol que pocos deciden adoptar en su labor diaria y si lo hacen es porque quieren aprender, crecer y crear, estas cosas nunca serán fáciles y en ocasiones estarán mal pagadas. Sin embargo, es un tipo de experiencia valiosa que bien puede llevarte a ser maestro del arte octopus o a tomar la decisión de especializarte en tu pasión.
Muchas gracias por leer y hasta la próxima vaina.
Sandra.
Edición de la entrada del 19 de febrero de 2020.
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