“Vivo fuera del país. Vivo en tal país. Ya no vivo en mi país”. Tendrían que pasar varios años para aprender, o más bien reconocer, que hacía parte de la comunidad más grande del mundo, la de las personas que cruzan fronteras para hacer sus sueños realidad, la comunidad inmigrante.
*In/grata: En mi propia definición y con el perdón de la R.A.E., es un doble adjetivo que califica tendencia (estar “in”) e inclusión, al mismo tiempo que es gratificante. Lo que no puedo asegurar es que aplique para in/migrante… Aunque para mí tenga algo de sentido.
Dejar atrás el terruño no es una decisión fácil, aunque la ausencia de recursos para vivir dignamente te lleve al límite de la desesperación; tampoco es fácil para quienes por motivos laborales, son trasladados a otro país; y sigue siendo un reto para quienes deciden lanzarse a la aventura para cambiar de aires. Porque dejar atrás el hogar en el que creciste, ya sea temporal o definitivamente, es una decisión que te marca de por vida.
Hace dieciséis años dejé mi país por todas las circunstancias anteriores: recursos, traslado y cambio de aires. Siempre deseé viajar por el mundo, de ser posible de modo exagerado, pero manteniendo mi centro de operaciones en mi país, porque cada gran aventura tendría como destino final, regresar a casa. Pero como ya es sabido hasta por las piedras, no es lo que tu quieras sino lo que NE-CE-SI-TAS… Primera lección que me ha enseñado la vida de inmigrante.
¿Qué he aprendido de la *in/grata experiencia? Esto:
1. La incertidumbre es la primera maestra, te conduce por el camino del aprendizaje para dejar de sentir miedo. Si más sabes, menos temes.
2. Tu tierra y tu gente son tu raíz más fuerte, pero no puede ser la única. Si estás en otras tierras echa raíces aunque luego tengas que dejarlas atrás. A eso se le llama, dejar legado.
3. Comparar lo de aquí con lo de allá impide tu inmersión en una nueva cultura y eso significa menos oportunidades. Adaptarse no es renunciar al origen, es expandirse.
4. Tu evolución inicia en el momento en que comprendes que el sufrimiento, los obstáculos y el agotamiento hacen parte del trato. Quejarse es desacelerar. Solo desacelera para recalcular la ruta.
5. No vas a cambiar lo que no has creado. Si no te gustan las reglas de la casa (el país, ciudad o pueblo) tienes dos opciones: salir por donde entraste o… Bueno, en realidad solo tienes una opción.
6. Sentirse solo vs. Vivir con tu soledad. Al final vencerá la segunda. La soledad es una aliada para la introspección. Si te conoces bien, sabrás cuánto vales y qué mereces.
7. Tolerancia no es aguantar y quedarse callado. Tolerancia es observar las situaciones que no comprendes, aprender de ellas si hay lugar y seguir adelante. Esta práctica abre tu mente y te ayuda a entender porqué sí hay espacio para todos.
8. Hogar es donde habitas con tu experiencia... Viviendas, habitarás muchas. Pierdes la cuenta de las veces que te cambias de residencia compartida, apartamento, habitación, pero no perderás la cuenta de lo que has vivido y que llevarás siempre contigo.
9. Que tu acento cambie no significa que te olvides de dónde vienes, significa que mantienes latente tu identidad y que te adaptas al lenguaje local para comunicarte mejor y así otros puedan conocerte.
10. Agradecer a los locales por su hospitalidad no es solo un acto de educación. La gratitud es una semilla más, el legado debe continuar.
11. Justo cuando no puedes más y quieres tirar la toalla para regresar a casa, a tu zona segura, es cuando se abren los caminos, ves claramente que vale la pena vivir un periodo de agobio y nostalgia para materializar los “algún día... seré, haré, tendré”, esos que imaginaste cuando estabas en la tierra que te vio nacer. Haz un acto de rebeldía y confía en ti, ya has llegado lejos.
Cuando regresas a tus orígenes por negocios o placer ves todo más pequeño de lo que recordabas, no porque ahora sea insignificante, es que has crecido y albergas muchos otros recuerdos que debes comprimir para que quepan también los de afuera.
Gracias mamá por ‘echarme’ de casa: “Hija es la oportunidad que has estado buscando toda tu vida. Es ahora o nunca”.
Gracias Panamá, por tu calidez.
Gracias Marruecos, por los amigos.
Gracias España, por mi familia.
Y... Gracias a mi Colombia por siempre permitirme regresar de visita sin reproches.
¿Eres inmigrante? ¿Cuáles han sido tus retos?
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