Es hora de que salgas del agujero negro en el que te han confinado tus temores. Esos entes invisibles sin evidencia que te llevan a vivir en un escenario que todavía no existe... Es que son tu sistema de protección contra el fracaso y se han extralimitado en sus funciones.
Con este artículo no pretendo ayudarte a vencer tus temores, sino a encontrar tu fórmula para encogerlos y quitarles el protagonismo a la hora de tomar decisiones. Los temores no van a irse a ningún lado permanentemente, así que debes firmar una alianza con ellos para que sean el combustible del poder que necesitas recuperar para transformarte.
A continuación, detallo los temores más comunes que se cuelan en nuestra esperanza de obtener satisfacción, con el único propósito de que los conozcas, analices y les des el sitio que merecen: En tu área 51. Ese sitio donde se guardan cosas que "no existen" pero que sí están.
Fracaso
«¿Y si no lo logro?». «¿Y si pierdo?». «¿Y si me abducen los extraterrestres?». Todo a lo que hemos renunciado porque no queremos fracasar... Lo que apreciamos como fracaso es en realidad un reto de mejoramiento, un desvío más conveniente, un cambio de perspectiva obligado, un pivote para una mejor jugada, un paso no planeado pero acertado.
Grábate bien esto: Fracasar es un aprendizaje de costo alto que puedes convertir en una oportunidad para lograr una ventaja de mayor valor.
Pérdida de estabilidad
Esa decisión de riesgo para cambiar tu vida que no te deja dormir porque no quieres perder la estabilidad que tu situación insatisfactoria te proporciona. Contemplar moverte a otro lugar te llena de ansiedad todavía más porque no quieres renunciar a tu insatisfacción estable. Te atrapa el círculo vicioso y tu lo sigues entreteniendo con el falso agradecimiento: «¡Odio la situación! Pero gracias a los dioses por lo que me da a cambio para subsistir».
Analiza esto: La estabilidad es una fortaleza mental basada en la libertad. La otra estabilidad es el garrote después de la zanahoria.
La escasez de ser
«No soy suficiente». El temor a no merecer lo que quieres es la pala con la que excavas en el cementerio de tus ideas. Entiende que eres un ser vivo y eso ya te hace más que suficiente para merecer. Estás en este mundo por una razón, encuéntrala, porque es posible que te hayas encariñado con un sueño poco realista y que saca lo peor de ti.
Afirma esto cada mañana: «Soy suficiente porque nadie ha vivido por mí, y porque mi valor lo da mi propia confianza. No necesito que me completen, me completo cuando avanzo».
¡¿Qué van a decir de mí?!
La opinión ajena es un temor de peso, pero de peso muerto. Cuando tomas una decisión radical de cambio surgen críticos a diestra y siniestras que en sus intenciones ocultas solo quieren hacerte dudar, porque ellos ya dudan bastante de sí mismos y necesitan aumentar el club. Supeditar tu gran paso de cambio a lo que piensan los demás es enterrar tu meta con la de ellos. Inspiras a otros a tomar acción cuando confías más en tu instinto que en la crítica melancólica.
Haz esto: Eleva tu compasión al siguiente nivel y toma las opiniones negativas no solicitadas como una expresión de inacción de la otra persona. Activa tu escucha y agradéceles.
¡No!
El temor al rechazo es familiar directo del síndrome del impostor, y debe ser el primero en ser alojado en tu área 51. El rechazo es el mejor regalo que alguien pueda ofrecerte porque va a señalarte, totalmente gratis, una mejor alternativa, una perspectiva más amplia o un beneficio no previsto. No te están rechazando, te están diciendo que si avanzas más, encontrarás algo mejor para ti.
Aplica esto: Cuando recibas un "¡No!" por respuesta, solicita a la otra persona que te indique que le falta a tu propuesta para ser un sí. Obtendrás una variable de mejoramiento.
La bola de cristal
El temor a la incertidumbre es el temor más primitivo. Es tu cerebro reptiliano (el que se asegura de tu supervivencia) enviándote alertas de posibles escenarios catastróficos si te sales de tu zona segura. Hasta aquí todo bien, se agradece la advertencia para no sufrir. Pero, dado que el crecimiento está en lo desconocido y lo doloroso, encarnarse en el futuro te inmoviliza en una jaula de cristal... O para el efecto, en una bola de cristal con el detector de la incertidumbre en modo turbo.
Escribe esto: Una lista de posibles consecuencias adversas al dar tu primer paso de cambio. Utiliza la objetividad/investigación para diseñar un plan de contingencia que te permita superar el impase y seguir adelante. Así como te imaginas el peor escenario, imagina también el súper poder que utilizarás para superarlo.
*Mira este ejemplo de conversación que podrías tener con tus temores: Querido temor, tenemos que hablar.*
El riesgo
«¿Y si sale mal?» La pregunta milenaria que asesina iniciativas. Para esto las leyes de Murphy aportan la cereza a las situaciones negativas del futuro, siendo mi favorita ésta: "Si algo puede fallar, fallará". ¡Aclaro! No quiero desmoralizarte más, lo que quiero es que entiendas que tomar riesgos tiene solo dos resultados: ganar o aprender, y que ambos son el cerebro y el corazón de cualquier transformación.
Cambia esto: En lugar de preguntarte «¿Y si sale mal?», cuestiónate con curiosidad: «¿Y si sale bien...?». No se trata de ser totalmente optimista o pesimista, se trata de ser creadores de posibilidades.
La lista de temores es más larga, claro que sí, pero con los pocos que te expongo te doy una idea de como replantearlos y convertirlos en cohetes impulsores y en tus mejores aliados, porque desaparecer de la faz de tu cabeza... No lo harán.
Gracias por leer y hasta la próxima vaina.
Sandra.
Comments