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3 opciones para recuperar la confianza en ti

La confianza en mí misma, a veces, me falla. Bueno, más que a veces, muchas veces. No me da vergüenza admitirlo, porque he aprendido que reconocerlo en voz alta me ayuda precisamente a sacar a mi autoestima de su estado de hibernación.


En las sesiones de coaching con mis clientes, éste ha sido un objetivo común: Ganar confianza para ganar en la vida. Lo que me sorprende es que al final de cada proceso, mis clientes se dan cuenta de que no es cuestión de ganar sino de recordar quiénes son para recuperar la fortaleza de creer en sí mismos. Recuperar, me gusta este verbo.


¿Qué necesitamos recuperar? Actitudes de la infancia, la sonrisa sin motivo, la ignorancia de la primera vez, las ganas de riesgo y colágeno, mucho colágeno. Esto último es biológicamente improbable pero no tiene nada de malo confiar en los milagros mientras regresa la confianza en uno mismo.


A continuación, voy a conducirte por tres opciones para que recuperes la confianza en ti y en tus talentos e inicies tu camino de conquista, transformación y pérdida de vergüenza. Perder la vergüenza es clave, porque la hemos construido al rededor del «¡Lo qué dirán de mí los demás!», cuando los demás no están metidos en el lodo contigo.


1. Sordera selectiva y falta de memoria.


Nuestra memoria empieza a almacenar recuerdos a partir de los tres años de edad, por lo que olvidado queda aquella vez que tuvimos la valentía y confianza en dar ese primer paso para aprender a caminar; olvidando también que esa conquista la logramos después de muchas caídas de nalga y de jeta, y que a pesar de ello volvíamos a ponernos en pie porque nadie, absolutamente nadie nos decía al oído que no seríamos capaces... Ni siquiera nuestra voz interior.


Si estás en un momento de tu vida en que confías más en ganarte la lotería que en tu capacidad de cambio, probablemente estés en modo Lázaro: Inerte y esperando que alguien te recuerde que debes levantarte para andar. Pero también podrías estar escuchando con mucha atención a esa voz interior que te prohíbe tomar riesgos... Cuando tomar riesgos es la alternativa más expresa, contundente y sostenible de fortalecer tu confianza, tu autoestima.


La sordera selectiva es tu estrategia para que ignores a tu voz interior negativa, esa voz chillona malintencionada que se ha nutrido de tus fracasos del pasado, de tus temores y de las opiniones de esas personas que te hacen dudar de tus destrezas. Para ignorarla ponle un nombre, sí, bautízala, y cuando intente quitarte el control detenla con firmeza: «¡Estela, ahora no tengo tiempo para tus berrinches. Estoy creándome una vida donde no hay sitio para ti. Así que querida Estela, empieza a buscar habitación en otro sitio!». Ponerle un nombre reduce tu temor a confrontarla, por aquello de que solo confrontamos lo que identificamos.


También, pregunta a tus padres sobre aquella historia de cuando aprendiste a caminar e indaga lo suficiente como para construir un recuerdo de ese momento tan trascendental para el resto de tu vida. Construye esa memoria donde ser invencible en tus primeros pasos despierte un sentimiento de querer siempre ir por más.


2. La lista egocéntrica


¿Qué recuerdas más, las veces que fracasaste o tus logros? Nuestro mecanismo de defensa llamado ego, nos ha adoctrinado para que recordemos mil y una noches nuestros fracasos para que no volvamos a tener "ideas locas de superación" y así ahorrarnos sufrimiento.


Para esta opción que quiero proponerte, debes poner en pausa a tu humildad por un momento, ponte la capa de heroísmo y empieza a escribir una lista de todos tus logros, todo de lo que tengas memoria: Superación de obstáculos, aprendizajes transformadores, reconocimientos, medallas, diplomas, rupturas sentimentales a las que sobreviviste y aquella vez que te caíste tontamente en la calle pero te pusiste en pie para reírte de ti mismo.


Necesitas recordarte para siempre celebrarte, porque cuando nos olvidamos de lo mucho que hemos superado y nos ha forjado, estamos dejando la puerta abierta a los ladrones de confianza. Ahora, ponle play a tu humildad y empieza a trazar un nuevo plan de acción con toda esa experiencia pasada que te ha hecho ser quien eres hoy.


Para terminar este ejercicio dile a tu ego lo siguiente: «Muchas gracias querido ego, ya puedes desconectarte. Estoy a salvo».


3. Ofrece mentoría, sin vergüenza.


El mejor maestro es el que aprende de sus alumnos.


Sabes más y mejor sobre algún tema y hay personas que en su hambre de conocimiento necesitan a un señor Miyagi para profundizar en su propio tema. Compartir conocimiento es una manera de multiplicar conocimiento, y cuando lo multiplicas lo hace también tu confianza, potencias tus talentos y activas tu capacidad de creación.


Elije a una persona de tu oficina, del barrio o de tu circulo más cercano y cerciórate de que esté en una etapa de curiosidad, descubrimiento y con ganas de comerse el mundo. Luego, identifica el tema de interés común donde tú sepas más que esa persona y ofrécele tu saber. Aquí el intercambio es más que justo: Tu transfieres conocimiento y la otra persona te paga transfiriéndote (o recordándote) curiosidad, intenciones de descubrir y las ganas de devorarse al mundo.


La mentoría en este nivel, es una manifestación de servicio y para que sea genuina debe ir acompañada de las historias de derrotas para que tu discípulo comprenda cómo nació tu coraje. Es por eso que debes apartar a la vergüenza de la narración de tus hazañas.


He ofrecido mentoría a varios compañeros de trabajo en el pasado, y puedo asegurarte de que querrás aprender más para enseñar mejor y eso significa que un destello de esperanza se ha colado por las nubes negras que opacan tu confianza para recordarte que nada ni nadie puede robarte el valor de tus capacidades a menos que se lo permites... Sobre todo si ese nadie eres tú.



Tu confianza es un músculo que crece con la acción y el riesgo, es una práctica diaria e imperfecta y algunos días querrás esconderte para no exponer tus vulnerabilidades, pero quiero que te quedes con lo siguiente y ya dependerá de ti empezar a recuperar hoy tu fortaleza o no: Cuando confías en ti y avanzas a pesar de tus anclas, estás vaciando el cementerio de las metas sin luchar.


Analiza este artículo, compártelo, comenta, pero sobre todo aplícalo en tu transformación si lo encuentras congruente con tu propósito.


Gracias por leer y hasta la próxima vaina.


Sandra.


P.D.: Para mí, escribir en este blog es un ejercicio para mejorar mi confianza, y sería una cuarta opción que podría proponerte para que tengas más de donde escoger.

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